Más energías renovables y menos fósiles, ¿cómo conseguirlo?
Las energías fósiles son aquellas que se generan a partir de la combustión de materiales orgánicos que se han formado a lo largo de millones de años a partir de la descomposición de restos de seres vivos. Las principales fuentes de energía fósil son el petróleo, el gas natural y el carbón. Estas fuentes de energía son finitas y no renovables, ya que su formación tarda millones de años, y su uso excesivo puede tener un impacto negativo en el medio ambiente, ya que la quema de combustibles fósiles produce grandes cantidades de gases de efecto invernadero y contribuye al cambio climático.
Por otro lado, las energías renovables, como la energía solar, eólica, hidráulica y geotérmica, se generan a partir de recursos naturales que se renuevan constantemente, como la luz solar, el viento, el agua y el calor de la Tierra. A diferencia de las energías fósiles, las renovables son sostenibles y no emiten gases de efecto invernadero ni otros contaminantes dañinos para el medio ambiente. Además, el desarrollo de tecnologías renovables ha mejorado su eficiencia y ha reducido significativamente sus costos, convirtiéndolas en una opción cada vez más competitiva y rentable. Muchos países y empresas están haciendo esfuerzos significativos para aumentar la producción y el consumo de energía renovable, lo que ayudará a reducir la dependencia de los combustibles fósiles y a mitigar los efectos del cambio climático.
En España, el año pasado, la generación de energía eólica y fotovoltaica aumentó un 1% y un 33%, respectivamente, según los datos de REE. A pesar de ello, durante los meses de junio a octubre, la generación de energía renovable fue baja e intermitente debido a las condiciones climáticas, con lo que, para compensar esta situación, la generación de energía con ciclos combinados alcanzó una cobertura histórica del 31% de la demanda, según Sedigas.
¿Cómo evitar que estás cosas sucedan?
Una de las medidas es invertir en proyectos de almacenamiento de energía renovable, como baterías y sistemas de hidrógeno, lo que permite almacenar la energía generada en momentos de mayor producción y utilizarla cuando sea necesario. Al aumentar la capacidad de almacenamiento de energía renovable, se puede reducir la dependencia de los combustibles fósiles y aumentar el uso de energía renovable de manera más eficiente y rentable.
También, aumentar la eficiencia energética en los hogares, las empresas y las industrias. Esto se puede lograr mediante la implementación de tecnologías más eficientes en la iluminación, la calefacción, la refrigeración y los electrodomésticos, así como a través de la optimización de los procesos industriales y la gestión energética.
Al punto anterior lo complementa promover la educación y la conciencia, fundamentales para cambiar las actitudes y comportamientos hacia la energía. Los programas educativos y las campañas de concienciación pueden ayudar a fomentar la adopción de prácticas de consumo energético más sostenibles y a informar sobre los beneficios de la energía renovable.
Es fundamental la integración de las energías renovables en la red eléctrica. Esto implica la modernización de las infraestructuras eléctricas para permitir una mayor integración de fuentes de energía renovable variables, como la energía solar y eólica, en la red eléctrica. Se necesitan sistemas de gestión de la energía más inteligentes y tecnologías avanzadas de control para garantizar una integración sin problemas. De esta manera, se puede mejorar la fiabilidad y la resiliencia de la red eléctrica y reducir la necesidad de generar energía a partir de combustibles fósiles.
Los gobiernos pueden, además, ofrecer incentivos económicos y fiscales para promover el uso de energías renovables y fomentar la inversión en proyectos de energía limpia, como subsidios, exenciones fiscales, sistemas de tarifas de alimentación y programas de financiamiento. O promover la inversión en investigación y desarrollo de tecnologías de almacenamiento de energía, el mejoramiento de la eficiencia de las tecnologías existentes y la exploración de nuevas fuentes de energía renovable.
Por último, la cooperación internacional es fundamental para abordar los desafíos globales de la energía y avanzar hacia un futuro más sostenible. Los gobiernos, las empresas y las organizaciones internacionales pueden trabajar juntos para compartir conocimientos y recursos, así como para establecer objetivos y políticas ambiciosas de energía renovable.
Para muchos de estos puntos la anticipación es clave y se podrá conseguir en base a metodologías analíticas predictivas como las que desarrollamos en Raven.